En su batalla cultural, las asociaciones ultracatólicas españolas tienen claros sus adversarios: ‘ideología de género’, ‘industria abortista’, detractores de la ‘familia natural’, ‘lobby gay’... Pero también sus aliados. Y es que Vox no solo ha absorbido su vocabulario, sino que también ha trasladado las ideas de estas organizaciones al poder legislativo. El partido de Santiago Abascal engrosó sus listas con, al menos, 16 nombres que forman parte de una red cuya influencia se extiende hasta Bruselas. De ellos, cinco son ya representantes públicos en las instituciones españolas.
En el Congreso, Lourdes Méndez Monasterio, exdiputada con el Partido Popular, compatibilizará sus responsabilidades en el escaño con la presidencia de la Asociación Familia y Dignidad Humana y su labor en One of Us —la federación europea del exministro del Interior Jaime Mayor Oreja—. En la Asamblea de Madrid, donde los votos de Vox son claves para la formación del próximo Gobierno, Rocío Monasterio ha logrado incluir entre sus ediles a tres personas procedentes de este entorno: Mariano Calabuig Martínez (cofundador del Foro de la Familia), Gádor Joya Verde (directiva de HazteOír) y Alicia Verónica Rubio (vicesecretaria de Movilización de Vox y miembro de Profesionales por la Ética).
Lourdes Méndez, diputada de Vox por Murcia, junto a Pascual Salvador (líder local de la formación) y Santiago Abascal, en un mitin celebrado en el Pabellón Príncipe de Asturias de la ciudad (fuente: Twitter).
Esta influencia no se queda ahí, sino que también se extiende al poder municipal a través de una ciudad tan importante como la capital de Andalucía, Sevilla, en cuyo Ayuntamiento Cristina Peláez Izquierdo (colaboradora de Red Madre y Derecho a Vivir, ambas bajo el paraguas de HazteOír) es la única concejal del partido. A nivel europeo, Francisco José Contreras Peláez (directivo de HazteOír y patrono de la Fundación Valores y Sociedad, también presidida por Mayor Oreja) se quedó a las puertas de entrar en el Parlamento —ocupó el número cinco en la lista de Vox, que solo consiguió tres escaños—.
Paralelamente, el Partido Popular también ha llevado al primer plano político a dos figuras provenientes del ultracatolicismo español. Una de ellas es Adolfo Suárez Illana (vocal de Red Madre y miembro de One of Us), número dos de la formación por Madrid y secretario tercero de la Mesa del Congreso de los Diputados. En el Senado le secunda Javier Puente Redondo (vicepresidente de la Asociación Familia y Dignidad Humana), repescado por Pablo Casado tras ser uno de los diputados rebeldes que rompieron la disciplina de voto del PP en la paralización de la reforma de la Ley del Aborto en 2015.
Representación gráfica de la red ultracatólica que une a Vox y el PP, a través de One of Us y CitizenGo, con el 'lobby' religioso en Bruselas. Para ver más información sobre las distintas conexiones y la descripción de cada persona u organización, haga click en los distintos nexos.
La pertenencia simultánea a varias asociaciones ultraconservadoras de dichas personas no es casualidad. Para Elena Zacharenko, de la Federación Europea de Planificación Familiar, estos grupos coordinan sus esfuerzos “para crear una impresión de multitud de voces apoyando la causa”. De esta forma, en España han tejido una red ultracatólica con una gran cantidad de vasos comunicantes, entre ellos, Vox y el PP.
Mayor Oreja conecta al PP antiabortista con Vox gracias al apoyo económico del Santander, Villar Mir o Florentino Pérez
Corría marzo de 2012 cuando Jaime Mayor Oreja, aún en su escaño del Europarlamento, presentó una Iniciativa Popular Ciudadana (ECI, por sus siglas en inglés) en la cámara comunitaria “en defensa de los no nacidos”. A fin de recoger el mayor número de firmas, el ‘popular’ contactó con más de 30 organizaciones y asociaciones provida de los Estados miembros. Un año después, a pesar de que la ECI con el récord histórico de apoyos (1.721.262 firmas) no fue aprobada por la Comisión Europea, la aventura transnacional de Mayor Oreja devino en la creación de la Federación Europea One of Us. Sus principios incluían la defensa de los “valores basados en raíces judeo-cristianas”.
El lanzamiento de One of Us fue posible gracias al apoyo de la Fundación Valores y Sociedad, creada en 2011 por el propio Mayor Oreja. Según las cuentas depositadas en el Registro Nacional de Fundaciones a las que ha tenido acceso esta investigación, hasta 2015 el grupo había invertido más de 150.000 euros en la iniciativa. Sin embargo, ese dinero no salió de los bolsillos de su presidente, sino de fundaciones como las de ACS (de Florentino Pérez), Villar Mir, Alicia Koplowitz o Ramón Areces (de El Corte Inglés); bancos como el Santander, La Caixa o el BBVA; y empresas como Telefónica, Inditex o Eulen, que inyectaron a la Fundación Valores y Sociedad un total de 343.000 euros entre 2011 y 2015 —el 73 % de sus ingresos—. Mayor Oreja no ha querido hacer declaraciones al respecto.
En cuanto a sus miembros, One of Us aglutina a 17 organizaciones ultracatólicas españolas, como Profesionales por la Ética o Cidevida. A ellas pertenecen, al menos, diez nombres ligados a Vox, como la propia diputada Lourdes Méndez Monasterio. Once también han sido ex altos cargos del PP, como la expresidenta de los ‘populares’ vascos María San Gil o el exministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón. De todos ellos, Javier Puente Redondo (actual senador por Cantabria), Luis Peral Guerra (presidente de la Comisión de la Familia del PP) y Adolfo Suárez Illana (actual diputado por Madrid) han sido rescatados por Pablo Casado.
Frente al modelo de One of Us podría situarse el de las organizaciones de Ignacio Arsuaga Rato, sobrino de Rodrigo Rato y presidente de HazteOír y CitizenGo (su rama internacional), creadas en 2001 y 2013, respectivamente. Entre sus miembros hay, al menos, siete personas que han recalado en Vox, como Gádor Joya Verde (la decimosegunda edil de Vox en la Comunidad de Madrid), quien en 2014 manifestó en una entrevista que, si su hijo fuera homosexual, “preferiría no tener nietos”. Preguntado por este hecho, Miguel Vinuesa, responsable de comunicación de CitizenGo, alega que se trata de “decisiones personales” y que “la labor de HazteOír no es vincularse a ningún partido, sino recordar a los representantes públicos los compromisos que han adquirido con sus votantes”.
El presupuesto de HazteOír se ha multiplicado por siete en nueve años. Las últimas cuentas publicadas en su web reflejan unos ingresos de 2.500.000 euros en 2017.
Más allá del salto a la política de algunos de sus miembros, el crecimiento económico de HazteOír, cuyo ideario hace mención a la "concepción cristiana de la vida y la sociedad como inspiradora" de sus valores, ha sido exponencial en los últimos tiempos. En 2008, siete años después de ser fundada, la asociación declaró unos ingresos de 357.000 euros. En sus últimas cuentas publicadas en su web, las de 2017, ya eran cerca de 2.500.000 euros, siete veces más que nueve años antes. En cuanto a su filial internacional, CitizenGo, esta pasó de ingresar 76.600 euros en 2013 a 1.146.000 euros en 2015, año de sus últimas cuentas disponibles en el Registro Nacional de Fundaciones.
Precisamente, ese crecimiento se ha producido al amparo de la declaración de utilidad pública que recibió HazteOír en 2013 por parte del exministro del Interior Jorge Fernández Díaz. La nueva condición le permitió ofrecer ventajas fiscales a sus donantes, que podían desgravar sus aportaciones, además de esquivar el impuesto sobre sociedades. Sin embargo, en febrero de este año, tras incluir en sus cuentas anuales de 2017 la campaña del autobús tránsfobo, la declaración de utilidad pública le fue revocada por el actual ministro del Interior en funciones, Fernando Grande-Marlaska.
Para Miguel Vinuesa, se trata de una “medida ideológica que busca la ruina económica” de la asociación —entre 2012 y 2017, el 60 % de sus ingresos provino de las cuotas de los afiliados—, mientras que los socios de “organizaciones independentistas catalanas o fundaciones próximas a la banda terrorista ETA podrán deducir sus aportaciones”. Sin embargo, Vinuesa confía en que no afecte a las cuentas de HazteOír: “La mayoría de nuestros donantes, después de comunicarles la retirada de la utilidad pública, ha mantenido su ayuda, y en muchos casos han pasado a donar más, conscientes del intento del Gobierno de silenciar las voces disidentes”.
El modelo estadounidense de financiación política aterriza en Europa
En Estados Unidos, los Comités de Acción Política (PAC, por sus siglas en inglés) son la forma tradicional de recaudar fondos para las campañas de los partidos a través de donaciones de “individuos, corporaciones, organizaciones laborales y otros comités políticos”, tal y como se recoge en la web del Comité Electoral Federal norteamericano. Es decir, es un sistema en el que individuos y empresas pagan a políticos para que representen sus ideologías o intereses en el Gobierno.
El modelo de financiación política de los PAC fue directamente importado a Europa por Alliance Defending Freedom (ADF) y American Center for Law and Justice (ACLJ), dos grupos muy próximos al entorno del presidente estadounidense Donald Trump, como han revelado las investigaciones de Open Democracy y The Nation. ADF dio el salto a Europa a través de ADF International, “una organización de defensa legal basada en la fe”, mientras que ACLJ lo hizo con European Center for Law and Justice (ECLJ), el cual “aboga por la protección de las libertades religiosas y la dignidad de la persona”. En esta dinámica también se enmarca la incorporación de Steve Bannon, exjefe de estrategia de Donald Trump, al Instituto Dignitatis Humanae, el ‘lobby’ ultracatólico italiano.
Steve Bannon, exasesor del presidente norteamericano Donald Trump, durante una conferencia en Estados Unidos (fuente: Gage Skidmore).
Según muestran las declaraciones de impuestos de ADF y ACLJ presentadas en el Departamento del Tesoro de Estados Unidos (modelo 990), ambas organizaciones han enviado en conjunto 22.162.699 dólares a sus filiales europeas desde 2008. Precisamente, ADF y ECLJ propulsaron en 2013 Agenda Europa, “una red mundial de líderes que comparten una visión de una sociedad basada en la dignidad de cada persona, la familia como una institución esencial y las libertades fundamentales”.
Ignacio Arsuaga envió en 2018 un correo electrónico a algunos integrantes polacos de Agenda Europa para pedirles “algún documento que describa las leyes polacas que regulan el aborto”.
Prueba de ello son los correos electrónicos intercambiados entre Ignacio Arsuaga y algunos miembros de esta red el 18 de diciembre de 2018, apenas dos semanas después de las elecciones andaluzas, a los que esta investigación ha tenido acceso. En ellos, el presidente de HazteOír les pide a varios miembros polacos de Agenda Europa, incluido un ex alto cargo de Ley y Justicia (PiS), el partido ultraconservador que gobierna el país, que le manden “algún documento que describa las leyes polacas que regulan el aborto”, ya que “hay un partido político que quiere estudiarlas para proponerlas como un primer paso hacia el aborto cero”.
“Gracias a Dios, el sistema político español está temblando y políticas provida y profamilia políticamente incorrectas van a ser discutidas en nuestros parlamentos regionales y nacionales. Por favor, ¡rezad por España!”, responde Arsuaga tras la recepción de la documentación solicitada. Tres meses después, el 20 de marzo de 2019, Santiago Abascal e Iván Espinosa de los Monteros, vicesecretario de Relaciones Internacionales de Vox, se reunieron con el líder de Ley y Justicia en la capital de Polonia, uno de los países europeos más restrictivos con el aborto.
En otro correo revelado, los miembros de Agenda Europa dan cuenta de la coordinación que existe entre sus organizaciones. En concreto, tras informar de los intentos de esta investigación para hablar con algunos de sus representantes (con nombres y apellidos, reenviando los correos), un integrante de Agenda Europa comunica que también se habían realizado “solicitudes de entrevista en el Parlamento Europeo”, demostrando que algunos eurodiputados tienen una estrecha relación con Agenda Europa. Además, apuesta por que no se haga ninguna declaración: “No importa lo que le digas a uno de estos periodistas, lo distorsionarán para que tus palabras encajen en su propia narrativa”.
Otra de las piezas clave del puzle de la influencia radical cristiana en la Unión Europea es el Congreso Mundial de las Familias, un evento internacional nacido en Estados Unidos en el que una vez al año se reúnen los defensores más férreos de la familia tradicional. En 2012 fue organizado en Madrid por HazteOír y contó con la participación de Mayor Oreja, mientras que la última reunión tuvo lugar el pasado mes de marzo en Verona, Italia. Estaba previsto que Antonio Tajani, presidente del Parlamento Europeo, fuera uno de los ponentes, pero la presión del Intergrupo LGTBI del Europarlamento le obligó a cancelar su aparición.
“Rezad. Rezad por la familia natural, rezad por nuestras familias. Confiad en Dios y en la divina Providencia. Con la ayuda de Dios ganaremos la batalla cultural más pronto que tarde”, dijo Arsuaga en Verona para recordar la naturaleza religiosa del evento. Allí compartió lista de ponentes con Mateo Salvini, ministro del Interior de Italia y abanderado del movimiento ultraconservador en la Unión Europea.
Ignacio Arsuaga y Jaime Mayor Oreja en la ceremonia de apertura del Congreso Mundial de las Familias celebrado en Madrid en 2012 (fuente: Flickr de HazteOír).
Cuando a Antonio Gómez Movellán, presidente de Europa Laica y exasesor de la Dirección General de Asuntos Religiosos del Ministerio de Justicia, le preguntan por el surgimiento de este tipo de redes se le agolpan las palabras . Después de décadas luchando por una Unión Europea laica —su organización está integrada en la Federación Humanista Europea—, Gómez Movellán tiene muy claro que los grupos católicos radicales “le hacen el trabajo sucio a la Iglesia”, que “siempre que actúa a nivel internacional busca excepciones y privilegios”.
La Unión Europea, como gran máquina legisladora, es una institución muy jugosa para el cabildeo religioso, ya sea de forma pública o en la oscuridad de los despachos de Bruselas. Mientras unos no recelan a la hora de emplear el lenguaje de la guerra para ganar adeptos, otros prefieren mover los hilos desde el anonimato.